viernes, febrero 04, 2011

Mi Efecto Nicotina.

Existe alguna formula, algún factor singular, patrones específicos alineados como planetas, que me hacen escribir. No como una necesidad, sino como un momento donde las letras salen solas. Trato de averiguarlo, indago en mi alrededor, no se si es el día, la noche, con sonidos o en silencio, la cantidad de luz, de sombras, una buena dosis de nicotina en las venas quizás, o las luces de la ciudad por la noche, mezclas homogéneas de algunos ingredientes selectos de lo rudimentario.


En ese estado, cosas salen, cosas vienen y van, a veces esas formas creativas se concentran en unos cuantos renglones dispuestos a consagrar versos, otras letras en cambio, se enfilan queriendo abordar atardeceres enervantes; hay otras que simplemente pretenden colarse de alguna u otra manera en historias varadas a medias, sin principio, sin final, y las con menos suerte, solo quedan moribundas en un papel arrugado.


Sea cual sea, con el tiempo escribir es delicado y desafiante. Hay veces en que sin darte cuenta, te vuelves protagonista de tus propias historias, haciendo de esas letras una perfecta fotografía de ti en un tiempo y lugar determinado, lo que va contra mis reglas en un sentido estricto cuando no lo pretendo, cuando no es la finalidad, pero inexorablemente terminan por justificarse en la forma que menos quiero y menos espero, cuando inconscientemente busco magnificar algo en esas letras a ojos ciegos, algo que en realidad ya venía dentro. Es ahí es cuando detesto ese momento, donde empiezo a luchar contra mi propia verdad, por darle sentido a cosas que no existen, a letras que ya están servidas sin esperar más.


Ojala pudiera de vez en cuando escribir como escuincle de nuevo, donde a excepción de lo puramente visual y perceptible, nada tenía más sentido.


Pero ya no funciona así, muchas de esas historias de alguna manera me siguen acechando, y yo, sigo escribiéndolas.



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