sábado, noviembre 27, 2010

Credo.

Para no dejar cabos sueltos...


Creo en la fotografía, como espejo de la verdad, como la forma de aislar la realidad de una porción de ella misma que pasa inadvertida entre la inmensidad de la vida; como la pureza del alma, como transporte a la eternidad para consagrar besos e inmortalizar sonrisas; como la manera más visual de desenmascarar sigilosamente los peores vicios y defectos morales del ser humano; como tu potente aliado y confidente en la busca de la verdad, como visceral revelador de personas en películas monocromáticas.


Creo en la música, como medio alterno de transporte que no va sobre ruedas, como forma de conectar espacio y tiempo, épocas interiores y exteriores, para ubicar momentos; como mejor amiga de algunas lágrimas, como catalizador para desechar tiempo pasado, pero también como medio de conquista a futuro; como el mejor invento de las serenatas para converger cables internos, como el mejor pretexto para hacerlo y decirlo, como camino del valiente, o como la eterna ilusión.


Creo que la aviación, como el mejor potencializador de sueños, como medio para conocer cosas increíbles que no están en ningún lugar en especial; como forma de unir mundos; como el mejor remedio de quitarse la costumbre de ver límites de ver calles, edificios, gente, para perder la visión en lo intangible, en lo surreal, en lo infinito; como el mejor modo de estar en el firmamento sin visitar a San Pedro, como la mejor armonía entre la ciencia y el arte para despegarte del suelo; como la forma de no bajarte el cielo, la luna y las estrellas, pero acercarte a ellas.


Creo en los sueños, como la mejor forma de nunca terminar de contar ovejas; como la posibilidad infinita de estar aquí y en todas partes, de perderte, de volverte loco para tí mismo, de ser egoísta con el mundo sin afectar a nadie, de contarte secretos para ti mismo y revelarte los que no sabías, de llenar tu cuarto de hadas; como la forma de crear historias o terminarlas y quedarte con las que te gustan, o simplemente volver al punto de partida; como la única manera de hacer la mejor película de tu vida con tus ingredientes favoritos; como grandes consejeros en la toma de decisiones, como el nido de proyectos posibles e imposibles que retan en hacer la vida interesante; como la fórmula perpetua de vivir dos veces, de dos maneras diferentes.


Creo en las letras, como mi válvula personal de escape; como dosificador de emociones; como el fuego que quema, pero no mata; como la melodía más sigilosa, conductora de verdades que muchas veces me sobran decir; como el oxígeno de muchas de mis noches que de otra forma no podría encontrar, como la fascinante poesía de los sentidos trazada en una leal hoja de papel que la resguardará con recelo por toda su existencia a pesar de sus arrugas; como la perfecta bóveda de misterio, hablando demasiado sin pronunciar una sola palabra; como el brebaje mágico para contar historias y escojer vivir algunas; como potente creador de ejércitos de versos que conspiran a mi favor; como simplemente la forma de no encontrar las palabras, y volver a empezar.


Creo, que creo en el amor.


Reality is wrong. Dreams are for real.


Blue Velvet

Apenas comienza a caer la noche, y surge de nuevo. No importa lo dichoso que haya sido el día, esos rayos dorados del sol se lo llevan todo a su paso en sus últimos segundos.


Cae la noche y estoy otra vez, en esa recámara. Grandes ventanales, muebles corroídos, cortinas blancas, rotas y percudidas, con vista a una ciudad cosmopolita sin fin que esconde su nombre, devastada por un silencio ensordecedor, un silencio que incluso le teme a la noche.


Afuera el agua cae, no es un gran monzón ni el más ligero sereno nocturno, así, solo lluvia constante sin tonos particulares. Pero lo más hechizante, la idílica luz de la luna traspasa las cortinas de los ventanales filtrando este azul tenue delirante, capaz de evocar los más profundos sueños de cualquier ser humano, en una habitación ahora convertida en sombras, llena de todas estas metáforas a color.


Es aquí donde empieza a invadir esa canción. Comienza con suaves percusiones, y va tomando fuerza conforme el viento se cuela entre las cortinas. Insolente se posa en cada fría esquina de sus paredes, mimetizándose con toda esta quimera, invadiéndome de reminiscencias confabuladas en el ayer, y pretendiendo revivir todas esas historias marcadas con tintas magistrales.


Tan pronto como busco conciliar el sueño, me doy cuenta de que ya estoy sedado de nuevo, ya no tiene caso, también he sido teñido por este azul de sueños perturbados del que no hay forma de evadir, no existe forma de mitigar el presagio. Y esque cómo escapar de un sueño cuando este invade incluso antes de cerrar los ojos?


Me aferro persistente enfocando la realidad, al suelo, a la luna, a las cosas que sé que son reales, aunque dejándome llevar de cierta manera por la ficción que no deja siquiera reconocer el paso del tiempo. Pero en uno de tantos parpadeos, así como llega, todo eso se va, se acaba. Es cuando me doy cuenta de que es la luz del sol, el despertar urbano, y estoy otra vez en una nueva mañana, sin vestigio alguno de aquel encuentro subversivo, pero que cada noche insiste en desafiar mi realidad.



"All I want is to love you in the morning."

domingo, octubre 31, 2010

Estaciones de vida.

23/08/10

Aeropuerto Intercontinental de Querétaro. 06:48pm.


Aun no logro comprender la forma en que los aeropuertos, y básicamente todo tipo de estaciones de llegada o partida, inspiran de esta manera, quizás algo tiene que ver con las miles de historias que convergen en estos lugares día tras día, tornando fascinante como todo ello se puede concentrar en el mismo lugar. Si sus paredes hablaran, podrían contar la mejor película del mundo en unos cuantos murmullos, sin necesidad de metáforas muy rebuscadas para crear el guión más sofisticado, pero no, solo quedan impregnadas en el frío silencio de sus paredes.


Pero incluso así, pienso que hay algo más.


Es precisamente la forma en que evocan un punto de división en la persona, un antes y un después de ese lugar, un experimento en el que no sabes en qué condiciones regresarás a la misma estación, pero ciertamente, diferente.


Y muchas veces, sin haber tenido intención alguna de traer esas nuevas historias atadas a tí.

jueves, octubre 21, 2010

Asimilación.

"Hace unos años pasé por el mal trago de romper con mi primera novia de verdad. Ella había estado ese verano en Grecia, y a su regreso me confesó que había tenido un ligue con un Belga. Por si no bastara con eso, se suponía que el tipo vendría a Londres en cuestión de semanas. Al cabo de tres días infernales, comprendí que estaba a punto de volverme loco. Monté en la bicicleta y me planté en el departamento de mi papá, a quien sometí a chantaje emocional hasta que le saqué el dinero suficiente para marcharme del país.

En aquel viaje aprendí algo muy importante: que viajar funciona como una vía de escape. La vida en Inglaterra perdió todo su sentido casi desde el momento en que me subí al avión. En cuanto empezaron las maniobras de despegue, se acabaron los problemas.

Sufre menos el pasajero de un avión que un novio con el corazón destrozado. Cuando el aparato alcanzó su velocidad crucero yo me había olvidado ya de que Ingleterra existía."


- Fragmento, The Beach. Alex Garland.

jueves, septiembre 09, 2010

lunes, agosto 30, 2010

Chapter XIV: Sweet dreams, but home.

30/08/10

Privada Arboledas, Querétaro. 07:22am.

Mood del momento:

Comienzo de cero.


Despierto de madrugada y quiero bajar de la litera, busco las escaleras a medio sueño, izquierda, derecha y no las encuentro, me recuesto de nuevo sin hacer mucho ruido, hay más gente durmiendo. Tengo que salir temprano para aprovechar el día, además vendrán a asear la habitación, pero maravillosamente hoy no tengo check out. ¿Qué me falta ver aquí? Centre Pompidou? Tuleries? Jardines de Luxemburgo, Palacio de Versalles? Tengo que checar el mapa...


Estando aun somnoliento en cama pienso en lo que voy a pedir de desayunar en francés. 10 euros máximo, mmm ¿cómo se decía mermelada de moras?...

Busco mi reloj y cartera debajo de la almohada, mierda, no están!!!!!! Me levanto abruptamente abriendo los ojos todavía medio pegados...


Si, estoy en casa.


Vaya, "bonita" broma.

Difícil de digerirlo, con todas estas miles de historias encima. Ya mejor solo sonrío cuando preguntan.

¿A dónde fui? A ningún lado.

Aquí adentro.

A explorar un poco más de mi.

miércoles, agosto 25, 2010

Chapter XIII: Deep inside, yet.

25/08/10

Querétaro, México, 01:47am.

♫ Mood del momento:

Es difícil procesarlo, digerirlo, cuando se termina, en realidad no se acaba dentro de tí.


Porque dentro siguen esas imágenes, destellos, secuelas que quedaron adheridas en alguna parte de tus adentros.

Aun despiertas inmerso en la confusión, con esas mismas pupilas dilatadas, sedado por los mismos sueños, bañado en aquellos vestigios punzantes, enervantes, que buscan encontrar su realidad.


Y nadie lo sabe, nadie lo entiende, nadie sabe lo que piensas, lo que dices, o lo que quisieras decir, muchas veces no tiene caso, sobretodo cuando ya no encuentras receta alguna por preservar la utopía que alguna palpaste con tus propias manos.


No te conectas, quieres revivir, quieres creer, quieres unir esos dos mundos, en los que ahora sabes por ti que están dentro del mismo globo, unidos por un insaciable cielo azul y un montón de agua, que no es imposible, que los universos paralelos existen.


Te refugias, en el mismo cielo, en el sol y la luna, en las canciones, en tus memorias, en aquellas cosas comunes que te remontan, que te hacen seguir ahí, y no quieres, o no puedes dejarlo escapar.


Pero es así, ni las cientos de fotos, ni las historias contadas, ni letras como éstas lo saben con certeza, no le pueden dar el sentido justo a lo que una vez tuvo un presente, en tiempo y lugar.


Y te callas, y lo guardas, y prefieres soñar de nuevo, donde solo ahí estás más cerca.


C'est la vie.

martes, agosto 17, 2010

Chapter XII: Everything behind.

17/08/10

EF Paris. 11:38 am.

Mood del momento:

Y después de todo este tiempo, el nudo en la garganta no se hizo esperar. Por primera vez, de alguna manera, esas lágrimas eran de verdad. Estas paredes ahora solo guardan murmullos de lo que alguna vez fue.


Simplemente hay cosas que ni un montón de letras pueden revivir.



Tears of joy, tears of sadness. Tears are only words that need to be written, spoken, shared.

viernes, agosto 06, 2010

Chapter XI: Not a place anymore.

06/08/10

Miami Beach, Monaco. 5:37pm.

♫ Mood del momento:

Trust me, it's paradise. This is where the hungry come to feed. For mine is a generation that circles the globe and searches for something we haven't tried before.


So never refuse an invitation, never resist the unfamiliar, never fail to be polite, and never outstay the welcome.


Just keep your mind open and suck in the experience. And if it hurts, you know what? It's probably worth it.


You hope, and you dream. But you never believe that something's gonna happen for you. Not like it does in the movies. And when it actually does, you expect it to feel different, more visceral, more real.


I was waiting for it to hit me.


I still believe in paradise. But now at least I know it's not some place you can look for, 'cause it's not where you go. It's how you feel for a moment in your life, and if you find that moment... it last forever...



jueves, agosto 05, 2010

Chapter X: Gone with the wind.

05/08/10.
Gare de Nice, France. 2:13pm.
Mood del momento:

Después de unas veinti tantas ciudades, y de haber perdido todas mis conexiones de tren desde Roma, me recibe exhausto mi break point, una Niza sin precedentes, en la que no sabía que esperar, con notas
melancólicas de una ligera llovizna que cubría la mañana en la Costa Azul, quiza develando parte de lo que sería el resto del día.

No supe que esperar, porque como es habitual, ya nunca es necesario cuando cada día sorprende con algo diferente.
Te das cuenta que cuando buscas un lugar y lo encuentras es convicción pura, pero cuando el lugar te encuentra a ti sin pretenderlo, es un momento, y hay que saber masticarlo, y digerirlo de una manera justa. No hace falta explicar.

Así entonces llegué a la Costa Azul, fundido bajo la somnolencia y la embriaguez de lo atónito, de lo envolvente, sabiendo en el fondo que aun había más que palpar.

Y es entonces que la mañana no se hizo esperar. Fue aquel sueño al que me había dispuesto alguna vez lo que me levantó pasando ya el mediodía, y cuando leí su mensaje al lado de mi almohada constataba aquello que fingía pasar por alto, hasta ese momento. Supe que era real. Una vez más.

No esperé más. Salí a la estación que me vio llegar, como en tantos lugares, e inmediatamente aquella canción comenzaba a invadirme y propagarse dentro y fuera de mi.
Caminé despacio, a pasos sublimes pero firmes, saboreando el momento, dándole formato a esta parte de la película, dejándome empapar por la tibia llovizna, sin pretender nada en lo absoluto.

Mierda. En un instante perdí el aliento, se me cayó el alma a los pies...

Ahi estaba ella, a la par justo frente a mi, pero aun difusa entre la multitud, con un brillante bronceado mediterraneo que cubría su cuerpo a cada centímetro de piel. Me vio y sonrió de esa sola manera, remontándose a todos esos días. Nos acercamos entre insistentes pestañeos acariciando de nuevo la realidad, hasta que nos encontramos frente a frente y todos aquellos ayeres que pasamos juntos se dejaron ver en flashazos intermitentes que encandilaban el alma ya desprendida.

Enseguida, sin decir una sola palabra, solo nos abrazamos como aquellas veces, sustancialmente, congelando el tiempo. Podía notar el esfuerzo por contener sus lágrimas como lo habíamos prometido. Inmediatamente me dejé perder de nuevo en la adictiva quimera de su aroma, aquel que entre risas orgullosas siempre supo que era mi mayor debilidad. Qué días.

Fue ahi, en ese preciso momento cuando me di cuenta que era el principio del final, otra vez. Que todo este guión había sido predeterminado para cerrar el ciclo, una página más de una historia ahora incierta por tantas sorpresas y coincidencias. Pero ambos sabíamos que era definitivo.

El tiempo estaba ya encima, asi que nos encaminamos al puerto, recorrimos a pie lo que pudimos, como lo solíamos hacer. Atravesamos plaza Massena y nos dimos paso al majestuoso malecon de la costa azul. La llovizna seguía acompañando la odisea de nuestra despedida, algo raro de verse aquí, pero simbolizaba el cuadro perfecto para el momento.

Aun al llegar al puerto, alcanzamos a entrar a una cocina italiana para darle unos minutos a nuestra ultima pizza compartida, donde esperabamos el arribo de un Ferry colosal que se perdería a la vista, que la llevaría a la isla de Córsica, la misma que vio nacer a Napoleón.

Y así fue, no pasó mucho tiempo cuando estábamos ya en la línea de abordar. Las promesas consumieron los pocos minutos que nos quedaban, y sólo quedaba arrancar de mi cuaderno de las últimas páginas que le habían pertenecido durante todo este tiempo, y que ahora, llevaría con ella.

Increiblemente fue en ese momento en que cesó la lluvia, dando paso a un cielo abierto y radiante que enfatizaba los colores particulares del mar mediterraneo. A los dos nos hizo el día. Reímos por ultima vez.

Prometí despedirme hasta el último momento, hasta la última visión, como lo hizo ella en aquella estación parisina, y una vez que fue el momento de abordar solo quedaba decirle al oído aquella frase que remitía a la pequeñez de este mundo, y que nos había retado al reencuentro.

En cuanto subió las escaleras, caminé por todo el borde de la marina, hasta casi llegar al faro, donde culminaría este capitulo, donde solo quedaba ver la silueta desvanecerse en el vasto oceano.

Mientras se alejaba solo podía recordar. El navío se hacía cada vez más pequeño en la lejanía hasta que cabía entre las llemas de mis dedos, y me preguntaba como algo tan pequeño había dejado huellas tan grandes, y en relativamente poco tiempo.

Esperé todavía bajo el efecto de su perfume natural, acompañado de aquella canción que nos había dejado tantos momentos, hasta que finalmente se perdió en la infinidad de la nada, dejando a su paso las notas al viento de un adios sin pista alguna de otra ocasión.


C'est la vie.

"World's only as huge as the time it takes you to find that special someone, once again."

viernes, julio 30, 2010

Chapter IX: Crónicas de Interlaken.

30/07/10

Brig, Switzerland. 01:36am.

♫ Mood del momento, click en play:

Y pensar que ya lo había visto todo...


Sigo inexorablemente cegado por todo aquello, aun con la mirada desorbitada, incrédulo ante lo devastador de ese lugar.

Y esque -haciendo un breve flashback- desde que tracé el itinerario tentativo del viaje en la comodidad de mi recámara, con realmente pocas pistas de allá afuera, marqué Suiza como un lugar tanto idílico como imprescindible, algo que no podía dejar atrás.


No tenía un carajo de idea de cómo iba a llegar a esos pueblos pintorescos, -aunque por mantener la sangre fría siempre denotaba lo contrario- donde puedes beber directamente del agua azul celeste del correr del río, donde sirven el mejor chocolate del mundo en tazas de una fina porcelana, esos poblados místicos, perdidos en medio de los Alpes que alguna vez contemplé en viejas revistas, en libros de geografía de secundaria y a menudo en cadenas de correos. Pero era en gran parte ese desconcierto lo que me retaba a estar ahí. Y para hacerlo tenía que salir de la ruta convencional de los turistas, desafío que me propiciaba una pequeña descarga de adrenalina al sólo imaginarlo.


No tenía idea, porque como es ya habitual, -y como lo mencioné en algún capítulo anterior- te das cuenta de que al viajar así, en realidad es el lugar el que encuentra a uno, y no al revés, plasmándose en el tonificante resultado de llegar a cada estación de tren, maravillado por tus alrededores, sentarte en la primera banqueta tras la fatiga del viaje, encender un cigarro, observar absorto y pensar que no habrías podido estar en mejor lugar del planeta en ese momento.


Sólo tomar el tren, dejarte llevar, sin importar más, es como funciona esto. Y vaya que es la mejor manera de sorprenderse. Ahora estoy convencido de que no existe algo mejor que sentir esa gratificación ante lo desconocido.


Suiza no es la excepción, y a decir verdad, es el ejemplo más conciso en todos los miles de kilómetros recorridos hasta hoy. No quería pensar en nada, ni en hacerme ilusiones surrealistas, ni en crear un escenario intangible, imaginario, utópico que probablemente no encontraría, no estaba seguro de nada, sólo quería saborear la intriga de lo desconocido.


Me parece ser que fue a casi la mitad del viaje desde Venecia hacia Zurich, cuando constataba aquello que no podía sacarme de la mente, las metáforas rebuscadas ya no hacían falta al encontrarnos eventualmente envueltos por las sombras de la enormes cordilleras que comenzaban a elevarse a nuestros alrededores en aquel tren, formando diferentes formas curveadas en constante crecimiento, como notas de la melodía perfecta.



La caída de la noche nos escondió los últimos detalles del recorrido, lo cual hacía alusión a saborear todo aquello de manera dosificada durante el resto de lo que nos esperaba. Llegamos a Zurich pasadas las 10 de la noche, fuimos directo al hostal, al que por cierto tardamos buen rato en dar con él, y a la mañana siguiente nos dimos el tiempo necesario para conocer la ciudad, uno o dos días después proseguimos a Interlaken, haciendo una breve escala en Berna, la capital. Todo se ajustaba perfectamente a nuestro ritmo, o al menos así lo percibía.


Y bien, Interlaken. Su nombre hacía precisamente referencia al pequeño pueblo de las historias contadas. Una pequeña civilización en medio de la nada, únicamente rodeada por dos lagos naturales de sólo ese color tan particular, formados únicamente por la nieve que escurría durante en verano, y que velaban por la calma de su ciudad. Y sí, los Alpes Suizos. Por todas partes, varias majestuosas cordilleras se elevaban a nuestras redondas, sin seguir algún patrón específico, y en las partes más altas y lejanas, la nieve aun se dejaba apreciar en los picos de los acantilados montañosos. Vistas implacables, atemorizantes e incrédulas sugerían estar en contacto directo con el mismo firmamento.


No suelo usar la palabra "mágico" para describir los lugares que visito, por más impresionantes que sean, se me hace una palabra fácil, burda, intrascendente y sin más sentido, a menos que podamos aportarle realmente algún significado justo y especial. Pero si tuviera que usarla en alguna parte de todo el viaje, sería precisamente aquí, y sólo por el hecho de que se me van de la mano las cosas que éste lugar transmite en sus vistas, sus colores, sus aromas y sabores. Me recuerda a Bitter Sweet Symphony sin duda. Y esque eso es, una sinfonía brutal a los sentidos.


Recorrimos el perímetro en toda su extensión, para después treparnos en un típico barco de vapor que nos atravesó por uno de los lagos a un pueblo en el otro extremo de éste, y regresamos en tren al punto de partida, haciendo lo posible por deleitar más allá de lo que teníamos a simple vista. Regresando a Interlaken subimos una de las montañas más emblemáticas del lugar, mediante una especie de vagón de tren en ascenso casi vertical por en medio de toda esa vegetación, el cual atravezaba tanto bosques como nubes durante el recorrido. Mierda, que belleza.


Estando arriba, nos recibió en cuestión de segundos el contacto directo de una nube que nos invadió de su fría brisa al sumergirnos en ella, siguiendo su camino por la cordillera, como si aquello fuese un souvenir de bienvenida al paraíso. Mientras que al seguir avanzando por una estrecha vereda encontramos una especie de restaurante -que en invierno sirve también como refugio para resistir las frías nevadas- justo pegado al risco de la montaña, que daba la vista a TODO allá abajo, y cuando digo TODO, así con mayúsculas, quiero incluir todo tipo de rastro de vida, el pueblo, sus lagos, la gente, los bosques, las montañas, e incluso el mismo cielo y sus nubes estaban a nuestros pies. Una rapsodia, una postal que no podía ser rescatada de ninguna otra manera que el sólo estar ahí, y lo supe desde el primer parpadeo. Y vaya que no fumé nada extraño allá arriba, aunque quizás la relativa ausencia de oxígeno pudo haber afectado mi intelecto para contarlo de tal manera. Pero es aquí de verdad donde ni siquiera la fotografía es capaz de atrapar estas cosas.



Momentos después de tal ritual al borde del mundo, dimos media vuelta para tomar un chocolate caliente, de aquellos tan venerados en estas tierras, así que nos internamos en la calidez del comedor mientras trataba de comprender la magnitud del momento. Las pocas personas que habían en el lugar no se veían tan sorprendidas como nosotros, lo cual me llamaba bastante la atención de una forma inquietante, y me hacían preguntarme muchas cosas como, si eran viajeros al igual que nosotros, o en qué momento de tu vida puedes perder la capacidad de asombro por éstas cosas. Porque por muy lejos o cerca que esté tu hogar, ésto cruza los bordes de cualquier tipo de cotidianidad y convencionalismo en la vida de cualquier persona. Así de simple.


Mientras terminábamos con aquel chocolate, ya meneando la taza vacía sobre la mesa, una enorme nube abrazó completamente el recinto, por los ventanales que daban la vista a aquella eternidad solo se podía ver nada, tanto que incluso la luz del sol se esforzaba por llegar a nosotros. No tardamos en salir de ahí para rociarnos nuevamente con esa brisa, con ese aroma tan particular a madera húmeda, ahora evaporada y transportada en el aire en finas gotas de agua, aunque esa vez la niebla era mucho más densa, y a los pocos metros de distancia se perdía de vista todo lo demás.


Finalmente tuve la grandiosa idea de hacer camino por un estrecho sendero señalado por un letrero viejo que conducía a algún lugar aún más alto en la montaña, el cual insistía en conocer, y lo cuál consistió en internarnos más en la profundidad de los bosques de una manera un tanto intrépida y sanguinaria, por encontrarnos con caminos lodosos y poco uniformes, aun teniendo encima toda esa nube lo cual limitaba nuestra visión, aunque sin dejar de ser acojedora ni cautivante, pero al avanzar cuesta arriba unos trescientos o cuatrocientos metros resultó al igual ser un camino bastante largo, que aún si había valido la pena el intento, tuvimos que regresar para tomar nuestro tren de regreso a tierra firme allá abajo.


Esa fue nuestra última noche en Interlaken, y la adicción a todo este enigmático lugar nos hizo continuar descubriendo los misterios de este país. No sabíamos exactamente que dirección tomar, pero la lógica nos hacía ir hacía el sur, donde finalmente nos daríamos paso de nuevo con la frontera italiana y continuar hacia Florencia, pero no sin antes absorber cada detalle posible dentro de los límites suizos. Y es así como llegamos entonces a Sion, y ahora aquí, a Brig, donde tendría que encontrar más palabras para plasmar la fascinación de estos otros rincones del mundo, pero esa, ya es otra historia.


There's not too much left to dream about when universe conspires by your side, with every single step.

lunes, julio 26, 2010

Chapter VIII: Breathless and on, again.

26/07/10

Lido Beach, Venecia, Italia. 11:17pm.

♫ Mood del momento, click en play:

Bueno, supongo que ahora es el momento.

Es aquí donde el tiempo se congela, la música del bar se desvanece alla atrás, y me dejo atrapar en esta orilla, sobre arena rocosa que cede a un mar adriático, que no me muestra nada en sus rincones lejanos, meeh, que emblemático no?? Y pensar que ya me había acostumbrado.


Y si, la reconozco, es la misma luna de aquel entonces, de aquella "bella note", en el purísimo estilo italiano.

Es aquí donde me encuentro con una pizca del lugar que recuerdo como mi hogar, envuelto en toda esta dosis de tranquilidad, donde el momento se las ingenió para encontrarme otra vez.

Es aquí entonces cuando sigo sorprendido por todo lo que veo, como lo veo, y no como lo dirían los mitos urbanos, o como me lo habrían contado, es exactamente donde no tienes nada más que hacer, que creer en esto.


Es aquí donde reencuentro con ese mismo yo que solía ser, que ha quedado muy atrás, pero por mucho divagar, es el único lugar que ha podido concentrar mis huellas que habían sido borradas sobre la arena, de alguna manera. Creo que es por esta misma luna que aun me cuenta sus inolvidables historias. Es de las pocas videntes de mi presente, siempre está aquí en el momento perfecto, sin pedírselo.

Y esque es diferente al violín en el metro parisino, al misterio encantado de Brujas y sus chocolates, a las prostitutas del Red Light District en Amsterdarm, al palacio de cultura en el corazón de Varsovia, o al músico suizo tocando el "Hung" en el pabellón de Viena.


Esto es diferente, y siempre este tipo de momentos lo ha sido. Esperaba encontrar este lugar dentro y fuera, pero no al mismo tiempo, no en una manera tan radical, tan abrupta como esta.


Pero con este mar que canta, y con esta luna que colorea estrellas, qué mas? Solo me queda sonreir y acariciar la arena fría bajo mis pies...