viernes, julio 30, 2010

Chapter IX: Crónicas de Interlaken.

30/07/10

Brig, Switzerland. 01:36am.

♫ Mood del momento, click en play:

Y pensar que ya lo había visto todo...


Sigo inexorablemente cegado por todo aquello, aun con la mirada desorbitada, incrédulo ante lo devastador de ese lugar.

Y esque -haciendo un breve flashback- desde que tracé el itinerario tentativo del viaje en la comodidad de mi recámara, con realmente pocas pistas de allá afuera, marqué Suiza como un lugar tanto idílico como imprescindible, algo que no podía dejar atrás.


No tenía un carajo de idea de cómo iba a llegar a esos pueblos pintorescos, -aunque por mantener la sangre fría siempre denotaba lo contrario- donde puedes beber directamente del agua azul celeste del correr del río, donde sirven el mejor chocolate del mundo en tazas de una fina porcelana, esos poblados místicos, perdidos en medio de los Alpes que alguna vez contemplé en viejas revistas, en libros de geografía de secundaria y a menudo en cadenas de correos. Pero era en gran parte ese desconcierto lo que me retaba a estar ahí. Y para hacerlo tenía que salir de la ruta convencional de los turistas, desafío que me propiciaba una pequeña descarga de adrenalina al sólo imaginarlo.


No tenía idea, porque como es ya habitual, -y como lo mencioné en algún capítulo anterior- te das cuenta de que al viajar así, en realidad es el lugar el que encuentra a uno, y no al revés, plasmándose en el tonificante resultado de llegar a cada estación de tren, maravillado por tus alrededores, sentarte en la primera banqueta tras la fatiga del viaje, encender un cigarro, observar absorto y pensar que no habrías podido estar en mejor lugar del planeta en ese momento.


Sólo tomar el tren, dejarte llevar, sin importar más, es como funciona esto. Y vaya que es la mejor manera de sorprenderse. Ahora estoy convencido de que no existe algo mejor que sentir esa gratificación ante lo desconocido.


Suiza no es la excepción, y a decir verdad, es el ejemplo más conciso en todos los miles de kilómetros recorridos hasta hoy. No quería pensar en nada, ni en hacerme ilusiones surrealistas, ni en crear un escenario intangible, imaginario, utópico que probablemente no encontraría, no estaba seguro de nada, sólo quería saborear la intriga de lo desconocido.


Me parece ser que fue a casi la mitad del viaje desde Venecia hacia Zurich, cuando constataba aquello que no podía sacarme de la mente, las metáforas rebuscadas ya no hacían falta al encontrarnos eventualmente envueltos por las sombras de la enormes cordilleras que comenzaban a elevarse a nuestros alrededores en aquel tren, formando diferentes formas curveadas en constante crecimiento, como notas de la melodía perfecta.



La caída de la noche nos escondió los últimos detalles del recorrido, lo cual hacía alusión a saborear todo aquello de manera dosificada durante el resto de lo que nos esperaba. Llegamos a Zurich pasadas las 10 de la noche, fuimos directo al hostal, al que por cierto tardamos buen rato en dar con él, y a la mañana siguiente nos dimos el tiempo necesario para conocer la ciudad, uno o dos días después proseguimos a Interlaken, haciendo una breve escala en Berna, la capital. Todo se ajustaba perfectamente a nuestro ritmo, o al menos así lo percibía.


Y bien, Interlaken. Su nombre hacía precisamente referencia al pequeño pueblo de las historias contadas. Una pequeña civilización en medio de la nada, únicamente rodeada por dos lagos naturales de sólo ese color tan particular, formados únicamente por la nieve que escurría durante en verano, y que velaban por la calma de su ciudad. Y sí, los Alpes Suizos. Por todas partes, varias majestuosas cordilleras se elevaban a nuestras redondas, sin seguir algún patrón específico, y en las partes más altas y lejanas, la nieve aun se dejaba apreciar en los picos de los acantilados montañosos. Vistas implacables, atemorizantes e incrédulas sugerían estar en contacto directo con el mismo firmamento.


No suelo usar la palabra "mágico" para describir los lugares que visito, por más impresionantes que sean, se me hace una palabra fácil, burda, intrascendente y sin más sentido, a menos que podamos aportarle realmente algún significado justo y especial. Pero si tuviera que usarla en alguna parte de todo el viaje, sería precisamente aquí, y sólo por el hecho de que se me van de la mano las cosas que éste lugar transmite en sus vistas, sus colores, sus aromas y sabores. Me recuerda a Bitter Sweet Symphony sin duda. Y esque eso es, una sinfonía brutal a los sentidos.


Recorrimos el perímetro en toda su extensión, para después treparnos en un típico barco de vapor que nos atravesó por uno de los lagos a un pueblo en el otro extremo de éste, y regresamos en tren al punto de partida, haciendo lo posible por deleitar más allá de lo que teníamos a simple vista. Regresando a Interlaken subimos una de las montañas más emblemáticas del lugar, mediante una especie de vagón de tren en ascenso casi vertical por en medio de toda esa vegetación, el cual atravezaba tanto bosques como nubes durante el recorrido. Mierda, que belleza.


Estando arriba, nos recibió en cuestión de segundos el contacto directo de una nube que nos invadió de su fría brisa al sumergirnos en ella, siguiendo su camino por la cordillera, como si aquello fuese un souvenir de bienvenida al paraíso. Mientras que al seguir avanzando por una estrecha vereda encontramos una especie de restaurante -que en invierno sirve también como refugio para resistir las frías nevadas- justo pegado al risco de la montaña, que daba la vista a TODO allá abajo, y cuando digo TODO, así con mayúsculas, quiero incluir todo tipo de rastro de vida, el pueblo, sus lagos, la gente, los bosques, las montañas, e incluso el mismo cielo y sus nubes estaban a nuestros pies. Una rapsodia, una postal que no podía ser rescatada de ninguna otra manera que el sólo estar ahí, y lo supe desde el primer parpadeo. Y vaya que no fumé nada extraño allá arriba, aunque quizás la relativa ausencia de oxígeno pudo haber afectado mi intelecto para contarlo de tal manera. Pero es aquí de verdad donde ni siquiera la fotografía es capaz de atrapar estas cosas.



Momentos después de tal ritual al borde del mundo, dimos media vuelta para tomar un chocolate caliente, de aquellos tan venerados en estas tierras, así que nos internamos en la calidez del comedor mientras trataba de comprender la magnitud del momento. Las pocas personas que habían en el lugar no se veían tan sorprendidas como nosotros, lo cual me llamaba bastante la atención de una forma inquietante, y me hacían preguntarme muchas cosas como, si eran viajeros al igual que nosotros, o en qué momento de tu vida puedes perder la capacidad de asombro por éstas cosas. Porque por muy lejos o cerca que esté tu hogar, ésto cruza los bordes de cualquier tipo de cotidianidad y convencionalismo en la vida de cualquier persona. Así de simple.


Mientras terminábamos con aquel chocolate, ya meneando la taza vacía sobre la mesa, una enorme nube abrazó completamente el recinto, por los ventanales que daban la vista a aquella eternidad solo se podía ver nada, tanto que incluso la luz del sol se esforzaba por llegar a nosotros. No tardamos en salir de ahí para rociarnos nuevamente con esa brisa, con ese aroma tan particular a madera húmeda, ahora evaporada y transportada en el aire en finas gotas de agua, aunque esa vez la niebla era mucho más densa, y a los pocos metros de distancia se perdía de vista todo lo demás.


Finalmente tuve la grandiosa idea de hacer camino por un estrecho sendero señalado por un letrero viejo que conducía a algún lugar aún más alto en la montaña, el cual insistía en conocer, y lo cuál consistió en internarnos más en la profundidad de los bosques de una manera un tanto intrépida y sanguinaria, por encontrarnos con caminos lodosos y poco uniformes, aun teniendo encima toda esa nube lo cual limitaba nuestra visión, aunque sin dejar de ser acojedora ni cautivante, pero al avanzar cuesta arriba unos trescientos o cuatrocientos metros resultó al igual ser un camino bastante largo, que aún si había valido la pena el intento, tuvimos que regresar para tomar nuestro tren de regreso a tierra firme allá abajo.


Esa fue nuestra última noche en Interlaken, y la adicción a todo este enigmático lugar nos hizo continuar descubriendo los misterios de este país. No sabíamos exactamente que dirección tomar, pero la lógica nos hacía ir hacía el sur, donde finalmente nos daríamos paso de nuevo con la frontera italiana y continuar hacia Florencia, pero no sin antes absorber cada detalle posible dentro de los límites suizos. Y es así como llegamos entonces a Sion, y ahora aquí, a Brig, donde tendría que encontrar más palabras para plasmar la fascinación de estos otros rincones del mundo, pero esa, ya es otra historia.


There's not too much left to dream about when universe conspires by your side, with every single step.

lunes, julio 26, 2010

Chapter VIII: Breathless and on, again.

26/07/10

Lido Beach, Venecia, Italia. 11:17pm.

♫ Mood del momento, click en play:

Bueno, supongo que ahora es el momento.

Es aquí donde el tiempo se congela, la música del bar se desvanece alla atrás, y me dejo atrapar en esta orilla, sobre arena rocosa que cede a un mar adriático, que no me muestra nada en sus rincones lejanos, meeh, que emblemático no?? Y pensar que ya me había acostumbrado.


Y si, la reconozco, es la misma luna de aquel entonces, de aquella "bella note", en el purísimo estilo italiano.

Es aquí donde me encuentro con una pizca del lugar que recuerdo como mi hogar, envuelto en toda esta dosis de tranquilidad, donde el momento se las ingenió para encontrarme otra vez.

Es aquí entonces cuando sigo sorprendido por todo lo que veo, como lo veo, y no como lo dirían los mitos urbanos, o como me lo habrían contado, es exactamente donde no tienes nada más que hacer, que creer en esto.


Es aquí donde reencuentro con ese mismo yo que solía ser, que ha quedado muy atrás, pero por mucho divagar, es el único lugar que ha podido concentrar mis huellas que habían sido borradas sobre la arena, de alguna manera. Creo que es por esta misma luna que aun me cuenta sus inolvidables historias. Es de las pocas videntes de mi presente, siempre está aquí en el momento perfecto, sin pedírselo.

Y esque es diferente al violín en el metro parisino, al misterio encantado de Brujas y sus chocolates, a las prostitutas del Red Light District en Amsterdarm, al palacio de cultura en el corazón de Varsovia, o al músico suizo tocando el "Hung" en el pabellón de Viena.


Esto es diferente, y siempre este tipo de momentos lo ha sido. Esperaba encontrar este lugar dentro y fuera, pero no al mismo tiempo, no en una manera tan radical, tan abrupta como esta.


Pero con este mar que canta, y con esta luna que colorea estrellas, qué mas? Solo me queda sonreir y acariciar la arena fría bajo mis pies...


sábado, julio 10, 2010

Chapter VII: So, we're history.

10/07/10.
Gare du Nord, Paris. 8:56 pm.
Mood imprescindibe, click en play:

Y bien, después de unas 48 horas sin dormir, es el punto al que se reducen todas estas historias, donde el reloj marca los últimos 5 minutos para la partida del próximo tren, a alguna, la nueva estación de nuestras vidas.

Ojalá y fueran indelebles estas tintas en mi piel, de la misma manera que lo hace cada fragmento, cada verso de su esencia en mis adentros.

Una despedida desesperada e impertinente por ser habitual como cualquier otra, con su mascada ortodoxa a la mano, y su corazón derretido en la otra.

El cristal del vagón dibujó las últimas sonrisas entre incesantes pestañeos, delatando ya un espacio que nos dividía, la inminencia de una partida sin boleto de vuelta, solo conteniendo esas persistentes miradas, atónitas, pero lúcidas, que hablaban sin pronunciar una palabra más.

Ya no era necesario.

Fueron esos 5 minutos donde se cocinó el descenlace de una página más, de una historia que optó por tener tiempo y lugar, que optó por ser diferente, y que de verdad lo fue.

Me llevo lo mejor, y no pudo haber sido de otra manera.

Pero sobretodo, me voy, sin decir adios.


viernes, julio 02, 2010

Chapter VI: Take a breath.

02/07/10

Geoffroy Marie Residence, Paris, room 63. 3:48am.

♫ Mood IMPRESCINDIBLE del momento, click en play:

Otro viernes, otra noche de insomnio, otra caja de cigarros de 8 euros a la basura, y me quedé sin vino.

Hoy no quiero salir, a todos les dije que no, estoy en rojo, solo quiero estar tranquilo, al menos esta noche,

la vida allá afuera me consume, quisiera poder dormir como antes, pero toda esta mierda me trae un tanto loco, solo puedo pasear al techo mi mirada en círculos insistentes, ya que hace calor aqui, el cuarto ya apesta a humo, y esa francesa del piso de enfrente no ayuda con esos gritos orgásmicos otra vez.

Aparte tengo hambre de nuevo, pero toda esa comida barata alla afuera es insípida, ya no puedo con los kebabs.


Creo que fue culpa de ese baguette de mediodía, estos quesos parisinos por muy buenos que son, traen en chinga mis tripas.


O no se, es quiza solo uno de esos momentos...


Bueno, a decir verdad, tal vez es todo esto lo que me haga fascinarme por este lugar, así sin más.


Seeeeh, solo exagero, amo esta ciudad, así como tal, no necesito más. La mala vida me encuentra rápido.

Ya casi sale el sol, pero no hay bronca. Vámonos de aquí...


"Four in the morning and I've got that damn feeling, clock's ticking but my heart's not beating."